Cargando...

Arena Suelta | Es hablando, no matándonos como debemos entendernos

Fany Almazán

Luciérnaga Noticias

Por: Tayde González Arias 

La pluralidad de ideas enriquece cualquier actividad o acción social, pues escuchar, opinar y lograr un acuerdo colectivo, no sólo permite que existan coincidencias, sino que además las personas se sientan incluidas con ello, encontrando un interés verdadero en las cosas, de tal suerte que se cuide el proceso hasta su conclusión. 

Desafortunadamente todo apunta a que la unión de las ideas y la complicidad no está sucediendo en éste momento en el mundo para hacer el bien, sino todo lo contrario, es decir nos estamos uniendo para delinquir, se están agrupando para hacer el mal, y están usando banderas blancas para hacer cosas obscuras. Las mayorías y los poderosos se están juntando para asesinar y acabar con vidas de inocentes, con tal de lograr sus secretas intenciones. 

Ojalá las cosas fueran claras, pero los sucesos bélicos entre Rusia y Ucrania, esconde intereses expansionistas, pero también de saqueo, lo extraño es que para lo que creíamos que los tiempos de conquista habían acabado, la barbarie vuelve a recordarnos que la maldad humana no tiene límites y que al parecer no hemos aprendido de la historia más que la trampa, el rombo y el hampa, especialmente esos que creen en la plata o el plomo. 

Tal parece que esos que prefieren que lloren en tu casa que, en la suya, van en aumento al unirse a diario a las filas del dinero fácil. Algunos pensábamos que debido a que permanecimos encerrados mucho tiempo, ahora que podemos salir, nos íbamos a explayar volcándose en el bien, pero esos mensajes que invitaban a reinventarnos y volver siendo mejores, lo único que muestran es un montón de letras muertas que no aguantan ni una lavada de agua dulce o saladita. 

Yo no veo por ninguna parte que el estar volviendo a la convivencia bajo la nueva normalidad nos ha hecho mejores personas, al contrario, aún no salimos de la pandemia y ya tenemos una nueva guerra, aunque a decir verdad el mundo al parecer nunca ha estado en paz, especialmente entre países con disputas añejas, pero ahora la intromisión de otra potencia mundial reclamando lo que les parece suyo, me parece absurdo y sin razón. 

Y aunque es fácil hablar de los que están lejos, hay muchas muestras en nuestro país, que van desde las alarmantes muertes que se dan diariamente, hasta el pleito futbolero, por el que México fue noticia internacional, sí, ese en el que las porras del Atlas y los gallos del Querétaro, mostraron la cresta y los espolones, por cierto, nunca mejor nombrados, y eso guardando las proporciones de los preciados animalitos. 

No hay nada que justifique que la gente se una para hacer daño, no hay cosa humana en las tropelidades que van desde hacer daño hasta acabar con la vida de un cristiano, más que la deshumanización y la miseria humana en la que nos estamos bañando a diario, producto de la falta de amor en la raza humana, y a que no hay coincidencia en el humanismo sino lejanía de la bondad y la justicia. 

Cuando inició la pandemia se hablaba de un posible reseteo social, de acabar con un sector social que pudiera estar ocasionando en el mundo algún gasto extra o la inacción laboral, pero lo que la pandemia nos ha dejado es la oportunidad de mostrar cuan sanguinarios podríamos llegar a ser y el poderío sobre los demás, aunque tengamos que pasar sobre sus propias vidas. 

No hay ánimos de pesimismos en las letras de ésta breve colaboración, sino tristeza por la realidad en la que vivimos y el futuro poco prometedor que se avecina, antes tengamos esperanza de que suceda un milagro que nos permita reflexionar y cambiar para evitar que siga adelante nuestra auto extinción, por la falta de valores y principios. ¿Qué debemos esperar que pase o suceda?, para ver por los otros, para amarnos los unos a los otros o cuando menos para respetarnos y convivir entre las diferencias, y privilegiar el diálogo considerando las más grandes e importantes premisas, como la que dice que es hablando y no matándonos como vamos a entendernos.