Casi nadie la está pasando bien | Arena Suelta
Fany Almazán
Luciérnaga Noticias
POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
La pandemia nos está costando mucho, en muchos rubros, así en el turismo, los pocos visitantes a los centros turísticos han mermado el ingreso de quienes viven de la atención a los paseantes, o el comercio, que es una de las actividades a las que muchos se dedican una vez que incluso terminando una carrera y no encuentran trabajo incursionan en la venta de alguna cosa o producto, así como la educación que de por sí ya era mala según los estándares de calificación internacional, siendo presencial, y que de buenas a primeras tuvo que ser en línea , sin que nunca existiera un programa serio y universal de capacitación en el uso de plataformas digitales a estudiantes y maestros, dejando a la deriva ésta herencia que era la única que muchos padres dejaban a sus hijos; una carrera que les permitiera acceder a un mejor trabajo y con ello a un salario digno.
La salud mental, ha sido también afectada por el encierro, especialmente de aquellos que tenemos un alma libre, de los que nos agrada ir de un lado a otro, ya sea para conocer, para disfrutar de nuevos lugares o por saber de lo último en el mercado. No poder salir, tenernos que quedar en casa, cuando tenemos un ADN aventurero, cuesta mucho, pero incluso a aquellos que se quedaban en sus hogares por gusto o voluntad y no porque se les obligará, se le ha llegado a ver tristes y con crisis de ansiedad y depresión, en gran medida por que no se nos han dado herramientas para trabajar desde casa, o para mantenernos ocupados y generando desde el hogar, por lo que las cifras de mujeres y hombres en condiciones de violencia, siguen ahí, a veces en silencio y otras muy notorias.
En el tema laboral, por el coronavirus, las autoridades locales, estatales y federales han anunciado, publicado y puesto en marcha distintas normatividades entre las que se encuentran el cierre de establecimientos de todo tipo, pero especialmente los denominados giros rojos, por lo que éstos cierres dejaron de ser temporales, y para muchos han tenido que ser definitivos, pareciendo que se les olvida que también en estos sitios trabaja gente de cuyo sustento dependían familias enteras.
Posiblemente los que menos han comprendido la nueva normalidad, son los actores políticos pues existen muchos ejemplos en las redes sociales, en los que, sin vergüenza, llevan a cabo sus reuniones a la vieja usanza; en tumulto, ya sea de pie o sentados aglomeran a sus seguidores o militantes para que, en medio del egocentrismo propio de muchos de ellos, dirijan esos mensajes que ya no tienen sentido, y reciba los aplausos que tanto alimentan su desgastada humanidad.
Sería justo, que las reglas fueran para todos y parejas, que como dice la ley no existiera un valor mayor o menor para unos y otros, pero mientras cierran establecimientos por tener más de 30 personas en sus negocios, otros pueden hacer y deshacer en sus actos de proselitismo, e incluso hay quienes, valiéndose del dinero, de los amigos y compadres en las más altas esferas realizan sus reuniones sin importarles nada. Nunca se le debe desear el mal a nadie, pero si hay alguien que merece quemarse es el que juega con fuego, sabiendo de su peligro.
Se dice que de todo se aprende, y en verdad es importante aprender, cuando lleguen las elecciones, que no se debe premiar a aquellas y aquellos que pudiendo hacer algo por ayudar a que no se cerraran sus establecimientos comerciales, por que no se perdieran sus trabajos, porque se subastará de medicamento y oxígeno a los contagiados, o evitaran seguir cobrando altos puestos; no lo hicieron. No se trata de desquite o revancha, sino de saber elegir con sabiduría y quitar, mantener o darle las riendas de nuestro pueblo, a la gente capaz, honesta y sabia que sienta el dolor y no que sea ajena o ajeno a las necesidades más apremiantes de los ciudadanos.
Que la pandemia no nos deje ciegos, tuertos, sordos o mudos, y menos nos impida no razonar, para evitar que el yugo de los poderosos siga asfixiándose, que nos vuelva la luz, y aún con el cuerpo cansado o la vista perdida por tanto encierro, o peor aún con el dolor de haber perdido a algún ser querido elijamos a las y los que representen el bien social y la conciencia ciudadana, aunque pareciera imposible porque siempre sean los mismos y las mismas, tratemos de votar a las o los que muestren humanidad.
En cuando podamos volver a salir con libertad, seamos amables y con la gente que no la paso tampoco bien.
No hay que perder la esperanza de volver a sentir el calor de un abrazo, ni caigamos en la irresponsabilidad, como algunos que decían que no existía el mal, e impidieron que se sanitizaran sus lugares, mismos que ahora piden a gritos que vayan y apliquen sanitizante. Actuemos a la altura de las circunstancias, mostremos sensibilidad frente al dolor ajeno. Si eres fabricante o distribuidor de oxígeno o algunos de los implementos que hoy se requieren para poder salvar vidas, no seas mezquino, no abuses, pues la vida es una ruleta, y eso que hoy quieres ganar subiendo costos y abusando de la gente, más tarde que temprano la vida te lo va a cobrar.