Celebrar siempre, no sólo el 10 de mayo | Arena Suelta
Fany Almazán
Luciérnaga Noticias
Por Tayde González Arias
Celebrar es llevar a cabo actos públicos o ensalzar públicamente a un ser sagrado o un hecho solemne, dedicando uno o más días en su recuerdo, justo lo que sucede en México cada 10 de mayo, al dedicarse dicha fecha a enaltecer a las mamás. Dicho acto data desde 1922, siendo la nación azteca, el primer país latinoamericano en sumarse a esta conmemoración.
Si bien es cierto que el papel de la mujer indudablemente ha sido esencial en la vida misma sobre la tierra, la lucha por el reconocimiento de sus derechos sigue siendo un pendiente en algunos sectores sociales. Mientras se señalaba a las mujeres como el ser optimo para atender enfermos o educar, al incorporar a estas tareas a hombres, muchas féminas seguían recibiendo la mitad o hasta menos del salario que por el mismo trabajo, desempeñaba un caballero.
En la búsqueda por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, muchos han sido los momentos y fechas que no se pueden, ni se deben omitir, para poder comprender la condición actual en la que vivimos, como lo son las siguientes.
El 17 de octubre de 1953, cuando se promulgaron las reformas constitucionales para que las mexicanas gozaran de la ciudadanía plena, siendo en las elecciones de 1955 cuando por primera vez acudieran a emitir su voto y hasta los años de 1919 a 1923 cuando México, tuvo a la primera Gobernadora, en el estado de Colima. Lo que puede mostrar cómo fueron necesarios 34 años para que se vieran palpables los derechos políticos de las mujeres.
El 8 de marzo que, por otro lado, se celebra el día internacional de la mujer, conmemorándose desde 1975, pero que su proclamación se realizara dos años mas tarde por la Asamblea de la Naciones Unidas. Acción que permitió visibilizar a las mujeres en un contexto de significancia y valor de género, lo que ha permitido que hasta la fecha se esté legislando en esa razón, y bajo esa misma taxativa se pueda mejorar su condición de vida personal y social.
La paridad de género, en materia electoral ha permitido que a las mujeres puedan acceder de manera directa y bajo condiciones parejas (a los hombres), a los cargos de importancia como las presidencias, sindicaturas, diputaciones o senadurías, sin que sean utilizadas como lo fueron en algún momento, sólo para cumplir un requisito, pero después se les obligaba a renunciar, acto recordado como un acto penoso para la política nacional.
Las mujeres, no necesitan ser reconocidas sólo por ser del genero femenino, ellas, muchas de ellas se han ganado con esfuerzo, profesionalismo y dedicación los puestos y cargos que hoy tienen, y no deben permitir que se les incluya sólo por llenar un espacio o cumplir un requisito, sino porque su capacidad sea de sobra y su dedicación y entereza las califique o sobre califique para ocupar cualquiera espacio que se merezcan.
Los movimientos feministas, no pueden detenerse, pero pueden cuidarse para ser lo que en ley y conciencia debe representar un acto de conciencia para que se reconozcan y acerquen, así como se cumplan y se entreguen todos los beneficios para el sector, aunque deben cuidarse de las y los extremistas, que suelen polarizar sus expresiones con violencia.
Las mujeres no son más, ni son menos que los hombres, y estos últimos han de asumirse como los compañeros cuya conciencia impida que las puedan siquiera pensar en golpear o violentar de cualquier forma o manera. Pero no se trata de reprochar, sino de conciliar, ni de vivir con odio o rencor de algún modo o manera, por el pasado absurdo, si no ir codo a codo a manera del poema, siendo mucho más que dos.
En definitiva, ya sea el día de la mujer o el día de la madre, el mayor festejo y celebración a la mujer con hijos o sin hijos, es dejar ser, es acompañarla en sus sueños y ser el paño de lagrimas si se ocupa, el bastón si se necesita o bien aceptar que pueden ser ellas (como casi siempre lo han sido) las que sostengan al país, amamantándonos de bondad y llenándonos de cariño que nos impida olvidar que somos y estamos gracias a ellas.
Cuando la mujer no tenga que fruncir la ceja porque alguien la hizo menos por su género, en el momento en el que se pueda vestir o portar como a ella le de su gana, estaremos hablando de civilidad. Por el contrario, si se siente vulnerada la dama, si se siente temerosa la niña por los gritos soeces de cualquier hombre, entonces seguiremos siendo más bestias y menos humanos. El papel de la mujer es el que siempre ha tenido, el dar vida o el de ser igual que todo, sin menos cabo.