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Pronto es Día de Muertos y se colocan las ofrendas ¿Sabes qué elementos debes poner en tu altar?

Fany Almazán

Luciérnaga Noticias

Estas fechas que se aproximan nos llenan de olores, colores y sabores que nos permiten ponernos en contacto con nuestros seres queridos que han partido al más allá, el Día de Muertos, nos permite recibir a nuestros fieles difuntos en su retorno al mundo de los vivos a través de las ofrendas.

Ofrendar es crear un ambiente propicio para estar cerca de nuestros muertos, para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda representa el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria.

Al colocar nuestro altar, en el Día de Muertos, compartimos con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares gastronómicos, el agua y, si son adultos, el vino. 

Los altares de Día de Muertos son una mezcla de culturas europeas e indígenas, los conquistadores pusieron algunas flores, ceras, velas y veladoras; los indígenas acostumbraron el sahumerio con su copal, la comida y la flor de cempasúchil (Zempoalxóchitl). La ofrenda, tal y como la conocemos hoy, es también un reflejo de la conciliación del viejo y el nuevo mundo. 

Muchas personas arman o componen sus ofrendas de diferente manera, incluso, tiene mucho que ver la región en la que se encuentren, sin embargo, existen elementos que son esenciales e indispensables a la hora de colocar el altar, enunciaremos algunas:

El agua, como la fuente de vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.

La sal, es el elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.

Velas y veladoras, los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote, en la actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. En varias partes, cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. 

Copal e incienso, el copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses, es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

Las flores son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. La flor amarilla del cempasuchil (Zempoalxóchitl) deshojada, es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.

El petate, entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este particular día funciona para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.

El pan, el ofrecimiento fraternal es el pan, la iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo". Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar, en nuestra región se acostumbra elaborar gorditas (pequeñas galletas horneadas en horno de leña) y pan de sal en formas humanoides y redondos, que se colocan igualmente en los altares.

La foto del ser querido, colocada como pieza principal en el altar, y refiere al espíritu de la persona que estamos esperando. 

Las frutas, comidas y demás bocadillos y alimentos que eran del agrado de los difuntos de nuestro altar, también se colocan, estos platillos son esa estela de aromas, el banquete de la cocina en honor de los seres recordados, la buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita.


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