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Fany Almazán
Luciérnaga Noticias
POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
Cuando el sistema educativo de un país premia con números o calificaciones numéricas a sus estudiantes y no antepone el esfuerzo que cada uno realiza para poder comprender y asimilar el conocimiento, cuando alejado de todo valor cívico y ético no se persigue el ideal de tener un mejor niño, niña o adolescente, cuya capacidad de raciocinio que vaya logrando en su camino hacia la adultez sea conforme a ideales de libertad y de principios intachables, no se puede esperar que exista un cambio de mentalidad social que valore la humanidad y la persona.
En un mundo dolarizado, en un país donde el materialismo económico, reflejado en cada sujeto con su ambición por tener el producto de moda, el producto de novedad, y no en defender y luchar por ideales, como el bien común o la justicia social, no se puede esperar que el futuro cercano o lejano sea prometedor, una vez que la deshumanización es la que impera y se confunde lo bueno con lo caro y lo costoso se admite como lo mejor, a pesar de saber que lo realmente disfrutable se suele tener y conseguir ser con lo más básico, simple o común.
El ser humano se ha volcado en el desarrollo científico, en largos estudios y costosas inversiones para descubrir lo existente más allá incluso de la atmósfera, y éstos logros han permitido un desarrollo tecnológico y de las comunicaciones sorprendentes, pero no ha servido de mucho en cuestión interna, porque desde que se monetizo la vida, para poder contar con éstos servicios de telecomunicaciones en casa, se debe pagar y el costo, cuando menos en México no es poco.
Si la inventiva, y el patrocinio público o privado para el desarrollo satelital, estuviera en las manos y mente de seres humanos, verdaderos que antes de pensar en cómo cobrarle a la gente sus nuevos descubrimientos, considerarán la solidaridad como principio básico y compartir como propósito de vida, seguramente hoy no tendríamos que estar preocupados por el alto costo de los servicios como lo es por ejemplo el internet o la telefonía, pretendiendo una vida más llevadera en el tiempo difícil que nos ha tocado vivir.
¿De qué tanto invento, alejado de la posibilidad o el acceso de todos?, ¿Qué sentido tiene crear o avanzar tanto en tecnología si el acceso es sólo para unos cuantos?, no es acaso la respuesta, que se vean beneficiados los que tienen el dinero para pagarlos, no se trata entonces de mejorar las condiciones de los que viven con un ingreso suficiente para pagar estos servicios dejando como siempre a merced del retraso a la mayoría de pobres que apenas tienes para medio comer, medio vestir; medio vivir.
El dinero debe dejar de ser el instrumento que mueva las conciencias del mundo, y el desarrollo científico o tecnológico, debe parar si no tiene como firme propósito el acceso libre, total y completo de todas y todos, sin importar su estatus social, pues eso conlleva a tener un piso parejo, y permitir que se tengan las mismas posibilidades en una casa humilde que en una gran mansión. No más desarrollo sin beneficio para los pobres, ni más inventiva sin vocación de servicio social.
Es entendible la riqueza y la buena vida producto del esfuerzo y del modo honesto de vivir, pero es necesario que las cosas de nivelen y que la balanza sea pareja, sobre todo cuando en los pueblos y naciones del mundo, no se ha medido con la misma vara a todos, y las brechas entre los ricos y pobres son de un inmenso tamaño.
No se pretende de ninguna manera mediante ésta colaboración u otras de mi persona, considerar malos a los que más tienen, o buenos a los desposeídos, pero sí es el objetivo, reforzar la idea de la solidaridad y el desarrollo humano para todas y todos, refiriéndonos sobre todo a los sectores sociales que son la base de la pirámide poblacional, una vez que son las mujeres y hombres que cultivan la tierra para tener en la mesa pequeña o grande, los alimentos que nos van a nutrir: los campesinos y campesinas, que no han recibido más que limosnas de los gobiernos y que enclavados en la sierra y la montaña, siguen incluso sin saber que es vivir con luz eléctrica, y tal vez nunca gozarán de otros servicios satelitales que pareciera que son sólo para los habitantes de las grandes urbes.
Volvamos a la escuela para pensar en la razón de la existencia humana, y detengámonos en los ideales de convivencia y respeto, de fraternidad y solidaridad y entonces salgamos a la industria, al espacio, a la empresa, a trabajar para bien vivir, pero también para compartir con aquellos que no vemos, que no conocemos pero que existen y son básicos para tener que comer y donde vivir, aceptando que no estamos solos en la vida y que cuando la ésta nos sonríe, es para que también compartamos esa desbordante alegría.